23 de Octubre de 2012:
Lo que os voy a contar pasó hace exactamente un mes, y aún sigue rondando por mi cabeza.
Eran
alrededor de las 14:00, nuestro destino era Tampere, en Finlandia.
En el ‘briefing', (reunión donde pilotos y azafatos se reúnen para hablar sobre cómo será el día),
el capitán nos informó de que habría algo de turbulencias a nuestra llegada a
Finlandia, debido al mal tiempo.
El día
transcurrió con normalidad, era un vuelo de lo más tranquilo. Aterrizamos en
Tampere sin ningún problema, pero aún no sabíamos lo que nos esperaba a
la vuelta.
Pasadas
unas horas, y ya cerca de Roma, empezamos a notar unas ligeras turbulencias, nada extraño.
Pero veinte minutos antes de aterrizar, y apunto de asegurar la cabina,
mientras dos compañeros y yo hablábamos en la parte delantera de la avión, el
ruido de una explosión nos alertó a todos. Las luces se apagaron, y solo podía
escuchar el grito de los pasajeros de fondo.
Llamamos
al capitán por el interfono, y nos informó de que un rayo nos había alcanzado,
pero al parecer no habría ningún tipo problema para aterrizar. Y efectivamente,
llegamos a ‘Ciampino’, donde los ingenieros y bomberos nos estaban
esperando.
El rayo
había atravesado la cabina, de un lado a otro, dejando dos agujeros y algunos arañazos en parte del fuselaje del avión.
Por
suerte todo quedó en un susto, y una anécdota más que contar en mi blog.
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